Desde que existe la arquitectura como profesión muchas personas la han considerado como un trabajo para hombres; mientras que otros empleos más enfocados al diseño o a la estética, como el diseño de interiores, se han reservado casi exclusivamente para las mujeres. Por supuesto, estas asignaciones responden a razonamientos prejuiciosos y a roles de género obsoletos.
Desafortunadamente, en pleno 2019 aún muchas mujeres tienen que enfrentar día con día las consecuencias de los estereotipos en el ámbito laboral. Cuestionar su capacidad, ser relegadas a puestos de menor responsabilidad o no darles crédito por su trabajo son solo algunos de los retos de la mujer en la arquitectura.
Por supuesto, esta situación se ve agravada ante la falta de representatividad de las mujeres en la arquitectura. A pesar de que son muchas las mujeres que han decidido estudiar la Licenciatura en Arquitectura, son realmente pocas las que han superado el techo de cristal. Nombres como el de Zaha Hadid han hecho que poco a poco las mujeres ganen reconocimiento a nivel internacional y asuman un rol más activo dentro de la arquitectura.
Zaha Hadid cobró notoriedad al convertirse en la primera arquitecta en ganar el famoso premio Pritzker, conocido como el Nobel de la Arquitectura. Si bien este logro ha representado un gran avance para las mujeres en la arquitectura, es importante señalar que tuvieron que pasar más de 20 años para que una mujer se hiciera acreedora a dicho reconocimiento. Y, en los 40 años de existencia de los Pritzker, menos de 5 mujeres lo han recibido.
Ante estas desigualdades surge la necesidad de responder y actuar con una perspectiva de género. Estamos viviendo una época en la que movimientos sociales como el #MeToo han logrado revolucionar los roles en diferentes esferas de la sociedad. Lo que comenzó como una llamada de atención o protesta ante las condiciones laborales de las mujeres en Hollywood, ha logrado permear otros sectores de las industrias creativas: edición, literatura, diseño, arte, teatro… Es tiempo de que la arquitectura también se involucre.
Las arquitectas que impulsan este movimiento son mujeres que buscan promover la igualdad en todos los sectores de la sociedad desde su campo de trabajo: la licenciatura en arquitectura. No se trata de beneficiar a alguien o restringir los derechos de otro, sino de reconocer la riqueza que radica en sus diferencias y buscar las maneras de construir ciudades que respondan a sus necesidades de manera equitativa.
La arquitectura femenina tiene como objetivo central reivindicar el rol de la mujer, tanto en lo profesional como en la vida cotidiana. Lo primero puede hacerse realidad mediante la adopción de políticas laborales justas en las que el trabajo de las mujeres sea reconocido de igual manera que el de los hombres. Acceder a los mismos sueldos u obtener crédito por sus obras son algunas de las acciones que se pueden implementar.
En cuanto al segundo aspecto, la arquitectura femenina trata de dar una mayor relevancia a los papeles que han sido asignados tradicionalmente a las mujeres. Esto no con el afán de perpetuar roles de género, sino de tomar en cuenta las necesidades de todos los sectores de la población y revalorar su actuación dentro de la sociedad.
¿Te interesa estudiar la licenciatura en arquitectura? Conoce el programa de estudios aquí.